Ciclo Entre lenchas, vestidas y musculocas

“Que veinte años no es nada”, dice la Cebra mayor, quien veinte veces ha visitado el averno y justo ahora viene regresando de un ajetreado y cansado viaje del mencionado lugar. Ahora, se encuentra reposando en su casa que recién está pintada de blanco, cual remanso nirvanal.
A veces por las tardes lo visitan hadas y duendes danzarines. Gozosos todos se ponen a bailar y jugar, mientras José les cuenta todas las aventuras de su largo andar. En el ático de aquél viejo edificio vuelan cortinas, suenan campanas, rehiletes giran. Él se sienta pensativo a ver el horizonte, se ve a sí mismo entre las nubes volando sin parar y entonces es que piensa cómo pudo regresar del averno, cabalgando, cabalgando esa cebra tan curiosa y singular.